En las novelas en lengua española, la «raya» se usa, ante todo, para la escritura de diálogos, y con esa finalidad se coloca al comienzo de la intervención de cada interlocutor, para indicar así que en ese párrafo no está hablando el narrador, sino un personaje:

—¿Y yo quién soy?

—Tú eres mi hija. Mía. Hija de Bartolomé San Juan.

(Rulfo, Pedro Páramo).

Cada intervención se escribe en un párrafo distinto. No se deja espacio entre la raya y el comienzo de cada intervención.

La raya también es muy usada, en toda clase de textos, para enmarcar incisos, función para la cual se utiliza como signo doble —una raya de apertura al comienzo del inciso, y otra de cierre al final—. Los paréntesis y las comas también pueden cumplir esa misma función. Según la Ortografía de la RAE, «los incisos entre rayas suponen un aislamiento mayor con respecto al texto en el que se insertan que los que se escriben entre comas, pero menor que los que se escriben entre paréntesis» (2010, p. 374).

La raya de cierre de un inciso nunca se suprime, ni siquiera si va seguida de un punto o de cualquier otro signo de puntuación, ni tampoco si está situada al final del enunciado.

Si junto con el inciso se debe colocar otro signo delimitador que pertenezca a la secuencia principal interrumpida, dicho signo se coloca después de la raya de cierre del inciso. Pero si se trata de signos de exclamación e interrogación, o de puntos suspensivos, estos suelen colocarse antes de las rayas que enmarcan el inciso, y separados de este:

Nos referimos a la ninfa Eurídice —llamada también Agríope en la versión del alejandrino Hermesianacte—, la amada de Orfeo —mítico cantor tracio, hijo de la ninfa Calíope y del rey Eagro—.

Tenía muchas dudas… —Sobre esto no había duda—.

¿Qué será el amor? —Cada día me hacía la misma pregunta—.

Otro caso distinto, aunque similar, es el uso de la raya para enmarcar los comentarios de un narrador dentro de un diálogo:

—Y quien lo contrario dijere —dijo don Quijote—, le haré yo conocer que miente, si fuere caballero, y si escudero, que remiente mil veces.

(Cervantes, Don Quijote de la Mancha).

Las rayas que enmarcan comentarios o aclaraciones de narradores no siempre siguen las mismas reglas que las rayas que encierran incisos. Esas excepciones en el uso de las rayas para añadir comentarios del narrador, son las siguientes:

1) No se escribe raya de cierre si el personaje no retoma la palabra inmediatamente después del comentario del narrador:

—¿Dónde está Luisa? —preguntó.

Parecía preocupado.

Pero sí se escribe una raya de apertura y una de cierre cuando la intervención del personaje continúa inmediatamente después del comentario del narrador:

—¿Qué sucederá? —me dijo el “Peluca”, que rondaba en el pasadizo—. Ocho días que no viene.

(Arguedas, Los ríos profundos)

2) Cuando el comentario del narrador comienza con un «verbo de lengua (decir, añadir, asegurar, preguntar, contestar, espetar, exclamar, responder, etc.)» (RAE, 2010, p. 375), dicho comentario se inicia siempre con minúscula.

3) Cuando el comentario del narrador no comienza con un verbo de lengua, y las palabras que preceden a dicho comentario constituyen un enunciado completo, el comentario inicia con mayúscula:

—¿Conoce este objeto? —Se lo mostró.

—No.

Fuentes:

Real Academia Española, Ortografía de la lengua española, Bogotá, Espasa Libros, 2010, pp. 373–380.

Texto originalmente publicado en Quora.com, como respuesta a la pregunta: ¿Cuáles son las reglas del uso de «la raya» o «guión largo» en un diálogo de novela?