Por: La piedra de Sísifo (lapiedradesisifo.com) / Marcos Martínez

Dijo Thomas Carly que «los libros son amigos que nunca decepcionan» y, como los amigos, los libros también se ponen malitos. Menos que los humanos, pero ocurre.

   Al igual que con las personas, cuando los libros no son cuidados como se debe, especialmente cuando ya tienen una edad, tienden a desarrollar enfermedades en sus hojas y lomos. Si bien es cierto que un ambiente privativo de oxígeno y una humedad relativa baja harán que estos males nunca surjan, ¿quién tiene sus libros en una cristalera? ¡Los libros han de correr libres por las estanterías y sobre los muebles!

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Hongos, moho y libros

   Los hongos son unos seres vivos muy antiguos que, a diferencia de la creencia habitual, no son plantas. De hecho, no son ni plantas, ni animal, sino que conforman todo un reino de organismos en sí mismos (y bastante grande comparado con otros reinos, para ser justos). Un reino de organismos que se pirra por los libros viejos.

   Estos hongos ya están presentes en los libros cuando los compramos, entre las hebras con las que se hacen las páginas, y sobreviven al proceso de creación del papel incluso cuando este ha sido clorado.

   (NOTA: no compréis libros clorados, hay otros métodos para blanquear el papel que no requiere destrozar tanto el planeta)

   Cuando se dan las condiciones ideales (que suele ser en una biblioteca poco cuidada con alto índice de humedad y temperaturas muy bajas o muy altas), aparece el moho: una capa de hongos lo suficientemente grande como para ser visible. Pero mucho antes de que los hongos se hayan empezado a extender, el libro olerá a humedad.

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Cómo prever la aparición de hongos en libros

   Antes de nada, me gustaría aclararte algo. Todos los libros tienen sus días contados, no importa cómo los quieras mantener. El contacto con el oxígeno y otros elementos, y con determinadas materias orgánicas (como los mohos) van debilitando poco a poco su estructura interna hasta convertirlos en hebras. Va a pasar, asúmelo.

   ¡Pero no tiene por qué pasar en tu generación! Podemos irnos al otro barrio sabiendo que hemos legado una biblioteca en buen estado. Aquí unos pocos consejos al respecto:

   Nada de guardar los libros en lugares oscuros, fríos o sin aire. Los libros son amigos, ¿no? ¿A qué amigo tenemos encerrado en un sótano? En los sótanos se tiene a quien no se quiere, como algún jefe puñetero que debió haberte tratado mejor. (ejem…) Pues eso. La luz ultravioleta (sol) mata determinados tipos de hongos, y un contacto permanente con el oxígeno hará lo mismo para la mayoría. Para muchos hongos, el oxígeno puro (O2) en una alta concentración suele ser venenoso.

   Evítales temperaturas extremas. Tanto el frio como el calor hacen que el crecimiento de hongos se dispare. Por eso es aconsejable tener los libros en una estancia donde tengamos tanto calefacción como unidad de aire acondicionado (cerca, pero no al lado) de los libros. Así estarán fresquitos en verano y calentitos en invierno. La temperatura óptima ronda los 21 grados, así que no tenemos que preocuparnos por gustos diferentes a los nuestros: si tú estás a gusto, ellos también.

   Evita las humedades. No metas los libros en fresqueras, ni los pongas junto a un calefactor, rendija de aire, bajo el aire acondicionado o junto a plantas. Nada de humedad, nunca. A diferencia de la temperatura, la humedad del aire siempre va a fomentar el crecimiento, sea cual sea. Menos humedad siempre será mejor que más humedad. Aunque los expertos advierten que bajo el 60% de humedad la descomposición del papel y crecimiento de patógenos se reduce mucho, casi mejor que no arriesgarse. Usa un deshumidificador, si es posible, especialmente si vives en zonas húmedas.

   Ese polvillo que crece sobre los libros, fuera. A veces ocurre: vamos a una estantería, soplamos, y tenemos que cerrar los ojos porque hemos puesto una pasada de polvo en movimiento. Evita que ese polvo sea demasiado grueso, ya que será un imán para la humedad y la temperatura. Aunque parezca mentira, una película de unos milímetros de polvo puede multiplicar varias veces la humedad contenida dentro con respecto de la exterior, así como retener la temperatura. Pasa un trapito de vez en cuando, o te arriesgas a que las esporas que caigan sobre él tengan alimento para ir empezándose los libros por la parte de arriba.

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