En un principio, era un hombre, y no un gusano.
Pero desde la aurora ya se hallaba marcado,
sentenciado a dejar, tenue, la forma humana.
La lombriz llegó luego, pérfida, dando espanto.
Se enrolló inadvertida sobre aquel cuerpo exiguo;
estrujó huesos y dio llanto en un negro abrazo.
Ingresó por la boca, hasta los intestinos,
y tomó por guarida la carne del marcado.
Éste descubrió un día que no tenía piernas.
Una tarde olvidada, vio perdidos sus brazos.
Luego extrañó cabello, nariz y ambas orejas.
Se alzó bajo otra luna, y se halló gusano.
Primero el agrio susto, luego las amarguras.
Hartas penas sufrió, mucha cuesta empinada.
Tomó tiempo adaptarse a una vida tan nueva.
En cuerpo de gusano, se veía enjaulado.
Soñaba con acciones, libertad, fuerza y aire.
Deseó muchas veces el florido pasado.
Pero la lombriz, dueña, lo oprimía diciendo:
«Sobre ti yo gobierno, lo tuyo es ser gusano».
Los años se arrastraron. Ya era irreconocible.
Se encontró un día con un viandante atildado,
el cual, al ver al bicho, abultado y cromático,
retrocedió alarmado, sin dejar de mirarlo.
Pero no tardó mucho en avanzar, resuelto.
Alzó la pierna, fiero, con gesto de carroña,
y liquidó al gusano, con confiada violencia.
Solo quedaron marcas, en suelo y en calzado.
Antonio Escalante
Luis Antonio
¡Buen relato! 👍🏻
Antonio Escalante
¡Muchas gracias! 😁👍
Jhoanna Bolriv (Janna Bolriv)
Hola, Antonio. Me ha encantado tu poema – fábula 😁 Los tonos sombríos turbios de la historia están bien logrados. Me he metido total ¡¡Te felicito !!
Antonio Escalante
¡Hola Jhoanna! Muchas gracias por leerlo, por comentar y por tus amables palabras 😃😁😊